Un vestido con estola roja y aretes grandes de cobre, eso llevaba puesto Benedikta Zur Nieden el día que conoció a Diego Echavarría Misas. Era el año 1932 y en Berlín había carnavales. Doña Dita (como le decían por cariño), consiguió tarjeta para asistir a una de las fiestas especiales y al entrar al salón donde ya había comenzado el baile, lo primero que vieron sus ojos fue un hombre de expresión seria, smoking y una flor blanca de papel en el ojal, era Don Diego, en ese momento experimentó lo que ella misma describió como “amor a primera vista”. Benedikta había encontrado al amor de su vida: “era nuestra suerte, nos casamos pronto y desde entonces no lo he abandonado y he permanecido fiel a él”, así lo escribió ella misma en su diario.
Cuando la familia Echavarría Zur Nieden llegó a Medellín, compraron “La Carola”, una finca con bosques de pomo, campos con maíz, yuca, banano y una casa construida con estilo antiguo, patio de azaleas al centro y cuartos espaciosos, casa a la cual Don Diego llamó Ditaires (aires de Dita) en honor a su esposa y a las fuertes corrientes del lugar.
“La Casa Cultural y Museo Ditaires es de gran valor no solo para Itagüí, sino para toda el área metropolitana, porque guarda la historia de una de las familias más prestantes de la tradición industrial de Colombia. Hoy gracias a los esfuerzos de la administración municipal, es un lugar apacible, un oasis que invita a la contemplación de la naturaleza, a la lectura y la reflexión. Es la casa más hermosa de toda el área metropolitana y quizás de Antioquia”, afirma Héctor Zapata, escritor y músico itagüiseño, quien ha sido director de la Casa de la Cultura de Itagüí y Sabaneta durante varios años y ahora está a cargo de la Casa Museo Ditaires, donde ha venido promoviendo una agenda que contempla actividades académicas, artísticas y culturales que hacen de este lugar un espacio mágico e imperdible.
En Ditaires don Diego y doña Dita vivían junto a su hija Isolda, a quien desde niña educaron alrededor de las artes; interpretaba piano, violín y pintaba. A los 19 años la unigénita de los Echavarría Zur Nieden murió a causa del síndrome de Guilliam Barré en Estados Unidos. Era 1967, Benedikta y Diego, devastados por la pérdida de su hija pidieron a Edna, una amiga de la joven Echavarría que la acompañó hasta el día de su muerte, que narrara mediante una carta cómo vivió Isolda sus últimos días, «Isolda llegó cansada, pensé que era normal por el viaje; el lunes, el martes y el miércoles nos reunimos para almorzar como era costumbre, sin embargo el miércoles por la noche Isolda manifestó dolor en sus piernas y mucho desaliento y de inmediato la llevaron a la enfermería, ella insistió mucho en no llamarlos a ustedes ya que no quería preocuparlos hasta no saber qué enfermedad era la que la aquejaba, el viernes por la tarde nos llamó la señora Wertz diciendo que Isolda estaba muy mal, Blanca Uribe y yo fuimos y estuvimos con ella pero por la noche perdió el conocimiento y no volvió más”, narra la carta.
En la actualidad la casa que alguna vez albergará la felicidad de los Echavarría Nieden, le pertenece al Municipio de Itagüí y la administración la ha restaurado en varias ocasiones bajo la supervisión de expertos en monumentos y centros históricos, como la Fundación Ferrocarril de Antioquia.
La “finca de los itagüiseños”, como también se le conoce a la Casa Cultural y Museo Ditaires, cuenta con tres salas con capacidad para 20 y 25 personas y un auditorio para 100 personas que son prestados con el único requisito de que los solicitantes sean corporaciones sin ánimo de lucro.
En el lugar además se encuentra una exposición permanente del maestro Eladio Vélez y los últimos jueves de cada mes se realiza la tertulia Café y Palabras para la Noche a las 7:00 p. m., entre otras actividades.
Héctor Zapata agrega que el lugar está abierto a todos los ciudadanos y que allí son bienvenidos para tomar un café, estudiar y disfrutar de las obras artísticas que están expuestas. La afluencia de propios y extraños al lugar, da cuenta de que es uno de los espacios más atractivos del municipio, además de ser el escenario favorito para fotógrafos y familias que pasean con sus mascotas. En síntesis, la Casa Museo Ditaires es un paraíso escondido, un lugar para no perderse.
Para mayor información y reservas pueden comunicarse al teléfono 3382155