Hay lugares que aunque dejan de existir continúan en el imaginario de las personas bien sea porque hicieron parte de su historia de vida o porque se convirtieron en un punto de referencia de un barrio o ciudad, ese es el caso de Claro de Luna, un establecimiento que existió en los años 90 en Itagüí y que sigue siendo nombrado hasta por generaciones que no alcanzaron a conocerlo.
Claro de Luna era una heladería (lo que hoy en día conocemos como bar), que nació en el año 1968 y estaba ubicada en la avenida Santa María con la calle 72, en la esquina en donde ahora funciona la panadería Don Buñuelo.
Ese establecimiento con aviso luminoso y sillas metálicas fue uno de los primeros que nació en dicho barrio. Era el lugar al que iban los jóvenes de esa época a compartir con los amigos o a conquistar un amor, de ello da fe Albeiro Ramírez, un itagüiseño de 67 años que llevaba a la que ahora es su esposa a Claro de Luna, a conquistarla a punta de música romántica.
“Los fines de semana iba con Alba (esposa) a Claro de Luna, allá la invitaba a tomar fresco y la conquistaba dedicándole canciones que ponía en la rocola. Entre canción y canción allá me dio el primer beso y hoy en día somos marido y mujer”, cuenta don Albeiro.
El lugar no fue solo famoso por ser un sitio para el ocio y el esparcimiento, sino también porque se convirtió en un punto de referencia y en un lugar de encuentro en Itagüí.
Según el historiador Orlando Lujan, como el barrio Santa María no tenía parque, Claro de Luna se convirtió en el lugar que usaban los ciudadanos para explicar direcciones o para encontrarse para ir a otros lugares.
“Era un espacio que congregaba gente, era ese sitio equidistante para encontrarse e ir a otros lugares. Si bien era un establecimiento privado, también era un lugar público de encuentro”, señala el historiador.
Aunque Claro de Luna desapareció en la década del 2000, la esquina en donde estaba ubicada siguió siendo llamada de esa manera y continúa siendo un punto de referencia para muchos itagüiseños e incluso habitantes de otros municipios del Valle de Aburrá.
“Claro de Luna sigue latente en el imaginario de los habitantes. Así vemos que cuando alguien pregunta por una dirección la gente dice que queda dos cuadras más arriba o cerca del lugar donde antes quedaba Claro de Luna”, dice el comunicador Alirio Valencia Agudelo en su libro Santa María El Barrio de los Gitanos.